Con la reciente abdicación del rey, se han alzado numerosas voces pidiendo la abolición de la monarquía.
Aparte de los argumentos políticos a favor y en contra, no cabe duda que un cambio de dichas características requiere, a nivel práctico, de un enorme esfuerzo.
En biología, no encontraríamos demasiados problemas en sustituir a las abejas reina por las abejas jefa, por ejemplo. El león lo llevaría peor, pero finalmente se acabaría acostumbrando al título de canciller de la selva.
En las películas, tampoco nos supondría excesivo trabajo sustituir el título de la reina Amidala por el de senadora Amidala. Y a los caballeros de la tabla redonda los comandaría el secretario general Arturo.
En la literatura, El rey Lear o el príncipe Hamlet, sin duda perderían cierto encanto con el cambio: El presidente Lear, o el Vicepresidente Hamlet. Más difícil lo tendríamos con las novelas de El rey y el mendigo, o con El príncipe valiente: El parlamentario y el mendigo, o El ministro valiente no parecen buenos sustitutos.
A la Cenicienta le pondría el zapatito el jefe del gobierno, mientras que la Bella Durmiente se despertaría con el beso del líder de la oposición. Y El principito de Saint-Exupery se convertiría en El concejalito. Ni punto de comparación.
En cuanto a los modismos, dejaríamos de hablar del rey de Roma y hablaríamos de su gobernador, y el rey del mambo sería el senador del mambo.
Otros problemas se nos plantean con los juegos: el deporte rey se convertiría en el deporte congresista, y veríamos partidos entre el FC Barcelona y el Gubernamental Madrid, por ejemplo. Por no mencionar al rey y la reina del ajedrez, que se reconvertirían en el alcalde y la alcaldesa. Y en las cartas, en vez de reyes y reinas tendríamos ministros de espadas o de copas, o subsecretarias de picas o de corazones.
Eso sí, lo que ya veo imposible es el tema de los Reyes Magos. Si ya parece difícil ilusionar a los niños con los Diputados Magos, más aún es que sus padres les queden las ventanas abiertas para que puedan entrar en sus casas, y no quiero ni pensar en el hecho de dejarles turrones y polvores para que se repongan de sus esfuerzos.
Espero que este fin de semana lo viváis a cuerpo de rey, o de eurodiputado, en su caso. ¡Buen finde a todos!
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