Se busca talentos. No sólo en la televisión, en la que proliferan los programas en los que se buscan nuevas estrellas de la cocina, de la canción, de la composición, del emprendimiento o del humor, sino también en los foros de búsqueda de empleo, donde confluyen numerosas empresas caza-talentos.
La palabra talento, que hoy se emplea como sinónimo de inteligencia o destreza, era en realidad una unidad de medida. De hecho, ‘talento’ procede del griego τάλαντον (talanton), con el significado de balanza o peso.
Así, ya en Babilonia se utilizaban los talentos como unidad de masa. Se correspondía con el peso del agua necesaria para llenar un ánfora. Según el tamaño de las ánforas utilizadas por los babilonios, los griegos, los cartagineses o los romanos, podía pesar desde 27 kg. hasta 58,9 kg.
Luego aparecieron los talentos como unidad monetaria, con un valor bastante elevado. Enlel siglo I parece que correspondía a unos 22 kg. de monedas de plata, una fortuna considerable.
Y de aquí dio el salto definitivo para convertirse en una aptitud, referente a la capacidad para desempeñar o ejercer una actividad, como sinónimo de inteligencia o destreza.
Este cambio se produjo debido a la parábola de los talentos, narrada en los Evangelios. Trata de un señor que, antes de marcharse de casa por un tiempo, entregó a sus siervos unos talentos. A uno de ellos le dio 5 talentos, a otro le dio 2, y a otro uno solo.
Al que recibió 5 talentos no le importó negociar con ellos, y consiguió ganar otros 5 talentos. El que tenía 2 talentos también comerció con ellos, obteniendo otros 2 talentos de beneficio. Mientras que el que tenía uno prefirió no arriesgarse a perderlo, sino que lo guardó por si lo pudiera necesitar más adelante.
Cuando volvió el señor, les preguntó qué habían hecho con el dinero. Se alegró de lo que habían conseguido con su dinero los primeros dos siervos, pero cuando llegó al tercero, se enfureció con él por haber ‘desperdiciado’ su talento, y se lo quitó para dárselo al que más había ganado, expulsándole de su hacienda y arrojándole a las tinieblas, con lloro y crujir de dientes.
Esta parábola, además de enseñarnos de dónde procede el significado actual de talento, también nos remite a un efecto sociológico en pleno auge durante estos tiempos: el efecto Mateo.
Este efecto consiste en el fenómeno por el cual se extiende la pobreza en el mundo, y que se describe en la frase del Evangelio de San Mateo: ‘Pues yo os digo que a todo el que tiene, se le dará, mas al que no tiene, aún lo que tiene se le quitará’, una frase que sirve muy bien como corolario de la citada parábola.
Y es que desde siempre ‘el dinero llama al dinero’. Normalmente, los ricos tienen más fácil acceso a los mejores asesores, y a contactos que les proporcionan información privilegiada con la que conseguir nuevos negocios aún más rentables que los anteriores.
Por el contrario, los pobres ven cómo su círculo amistades y referencias se va estrechando cada vez más, y cada vez les es más difícil salir de su situación.
En otros ámbitos de la vida también ocurre lo mismo. Los cantantes más famosos tienen a su disposición las mejores discográficas, los mejores estudios, los mejores arreglistas, los mejores compositores, y todos los medios de comunicación pendientes de hacerse eco de sus nuevos trabajos. Otros artistas carecen de todos estos recursos, y aunque sus composiciones sean muy buenas, mejores que las de los cantantes más afamados, nunca conseguirán llegar al top 100.
De igual modo ocurre con los deportistas. Los mejores clubes se hacen con los servicios de los mejores futbolistas, que están deseando integrar la plantilla de dichos equipos. Así es muy difícil que un equipo modesto consiga algún éxito deportivo, porque permanentemente se verá privado de aquellas figuras que comiencen a despuntar.
Tan sólo los científicos más reputados serán los que tengan acceso a publicar sus trabajos en las revistas científicas. Muchas veces siguen líneas de investigación concebidas por otros inventores más modestos que no tienen acceso a dichos canales, de tal forma que las desarrollan en sus magníficos laboratorios, con los mejores medios, y rodeados de excelentes colaboradores, para finalmente registrar a su nombre el descubrimiento.
En educación, los niños que de pequeños muestran una peor habilidad para leer, leerán cada vez menos, desarrollarán menos su capacidad de aprendizaje, y poco a poco se irá abriendo una brecha mayor con los que sí desarrollaron dicha habilidad desde un principio. Esto hará que aprendan peor, y que vayan quedando cada vez más rezagados.
Hoy por hoy, el talento parece la única forma de derrotar al efecto Mateo, este fenómeno sociológico de progresiva acumulación de bienes, riqueza o fama en manos de unos cuantos. Así que el talento deviene la única forma de combatir la concentración de ‘talentos’.
Esperemos que esta creciente búsqueda de talentos que podemos observar consiga vencer de una vez por todas al perverso efecto Mateo.
¡Buen finde a todos!
Y si te gustó la historia, puedes difundirla a través de cualquiera de las redes que te propongo a continuación:
No hay comentarios:
Publicar un comentario