viernes, 21 de junio de 2013

Elefantes anti-corrupción

Está claro que las medidas actuales para combatir la corrupción no sirven de nada. Comisiones parlamentarias de investigación, pactos anti-corrupción, juicios suspendidos por defectos de forma, prescripción de los delitos, sentencias exculpatorias, condenas revisadas, dinero que no se devuelve, concesiones de indultos, etc.

Quizás sea hora de inventar nuevas condenas para ciertos delitos, o reeditar viejas prácticas, como la pena del elefante.

¿Y qué es eso?

Se trata de un método de ejecución de penas, utilizado durante miles de años, especialmente en el sur y sudeste asiático, especialmente para los defraudadores de impuestos, ladrones, rebeldes y soldados enemigos, y en menor medida para la población civil. 

Se realizaban normalmente en público, como advertencia para los que estuviesen tentados de infringir las leyes.

El uso de los elefantes, a diferencia de otros animales salvajes como leones y osos, tenía numerosas ventajas por su inteligencia, su docilidad, y el fácil control del conductor sobre el animal, que permitía otorgar un perdón en el último momento. 

Había numerosas formas de ejecución: aplastamiento de cabezas o cuerpos,  desmembramientos, lanzamientos por alto del preso con la trompa, persecuciones en las que el condenado era liberado si lograba escapar con vida...

Estas prácticas fueron utilizadas en la India, Siam, Imperio romano, Imperio bizantino, Imperio sasánida, la dinastía Selyúcida, Imperio cartaginés, Egipto, Macedonia, etc. hasta que fueron abolidas en 1815 por los británicos. 







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