Parece ser que el factor determinante que imprime carácter a los habitantes de la cuenca del Mediterráneo es su abundante pelo.
Según un estudio de la Universidad de Stanford, mediterráneos y escandinavos nos repartimos el dudoso honor de ser los seres humanos de más tupido pelaje, como nos indica este reportaje: ¿De dónde sale todo ese pelo en el Mediterráneo?
Por ello, no nos deberíamos mostrarnos tan sorprendidos cuando, ahora que poco a poco vamos conociendo los distintos escándalos financieros de nuestros gobernantes, nos damos cuenta de que estos personajes de medio pelo nos han tomado el pelo durante muchos años, y que pese a ello no se les va a caer el pelo, sino que como siempre se librarán por los pelos de ir a la cárcel.
Pese a que periodistas sin pelos en la lengua nos cuenten con pelos y señales sus fechorías, con sus abogados y sus contactos conseguirán mediante subterfugios traídos por los pelos que la justicia no les toque ni un pelo y que no les vean el pelo por la cárcel, a pesar de que el uniforme a rayas les sentaría que ni al pelo.
Y es que, pese al estudio citado, el pelo está en franca decadencia. A la constante testarudez de los pelos por crecer constantemente, nos enfrentamos los humanos cortándolos, rasurándolos, rapándolos, afeitándolos o depilándolos. Cada vez más. Y eso a pesar de que siempre se dijo que donde hay pelo hay alegría.
Sería hora de soltarse el pelo y demostrarles que no tenemos un pelo de tontos, que no nos fiamos ni un pelo de ellos, y darles para el pelo, para que se les pongan los pelos de punta. Pero esto lo veremos cuando las ranas críen pelo. Y así nos luce el pelo.
Pues nada, pelillos a la mar. Os deseo que paséis un buen fin de semana, pero no os paséis ni un pelo con la celebración. O sí.
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