miércoles, 1 de abril de 2015

El ángel de Hollywood. Viernes angelino.

Los ángeles son unos seres bondadosos que nos acompañan a lo largo de nuestra vida, con el fin de protegernos de los peligros que nos acechan. Aunque a veces parece que se despistan un poco.
En Semana Santa, como por arte divino, desaparecen de las portadas de los diarios e informativos los personajes que habitualmente las ocupan: políticos, deportistas, corruptos, jueces, etc., y pasan a ser sustituidos por numerosos cristos, apóstoles, vírgenes, penitentes, centuriones y ángeles.

Entre todos ellos, son estos últimos los que pasan más desapercibidos. Y eso que quizás sean los más numerosos. Además, los hay de todo tipo: ángeles, arcángeles, querubines, serafines, así como otros seres alados menos conocidos.

La palabra ángel deriva del nombre latín ángelus, que procede a su vez del nombre griego ángelos (mensajero). Y es que la principal función de los ángeles es la de hacer de mensajeros entre la divinidad y los humanos.




Unos están más cerca de Dios y de las estrellas, y tienen cometidos más elevados, y otros nos acompañan más de cerca, vigilantes de nuestras acciones y de los peligros que nos acechan, como los ángeles de la guarda.

Desde los albores de la humanidad hemos experimentado la compañía de distintos espíritus benignos asociados a ciertas manifestaciones de la naturaleza. Duendes, elfos, hadas y otros entes han habitado siempre los ríos, las fuentes, los troncos, la tierra e incluso los animales, con el fin de cuidarnos y guiarnos desde nuestro nacimiento.


Aunque fueron nuestros antepasados griegos quienes les dotaron de forma humana, como también hicieron con sus dioses del Olimpo, y les colocaron varios pares de alas en la espalda, para que se desplazasen con más delicadeza.

Y de ahí dieron el salto a la imaginería de las grandes religiones monoteístas, provistos de alas y desprovistos de sexo. Pues de todos es sabido que no pueden procrear, ni comer, ni pecar, ni tienen voluntad propia.


Como decimos, su presencia en estas fechas es notoria, bien sea como anunciantes de la pasión o de la venida del espíritu santo, o para ayudar a Jesús a regresar al reino de los cielos. Más tarde también actuarían como acompañantes de la Virgen María en su ascensión.

Aunque tan sólo escoltaban a su alma, ya que los huesos quedaron en tierra. De ellos dieron cuenta los primeros cristianos, que los guardaron celosamente en Tierra Santa, hasta que, a mediados del siglo IV, encontraron una pequeña porción (o 'porziuncle') de tierra cerca de la ciudad de Asís, donde podrían reposar mucho más seguros, y edificaron una pequeña ermita.


Ésta sufrió diversas modificaciones. En el año 576, los monjes benedictinos construyeron una nueva capilla, que fue restaurada en el 1208 por San Francisco, quien hizo de ella la base de su congregación.

Finalmente, en el siglo XVI se edificó en este monte de Porciúncula una grandiosa basílica dedicada a Santa María de los Ángeles (Santa Maria degli Angeli), en honor de la Virgen y también de los ángeles que le acompañaron en su viaje.


El caso es que, cuando en 1781 los misioneros franciscanos españoles decidieron fundar un poblado en las nuevas tierras de California, se inspiraron en la sede de su congregación para dar a la nueva ciudad el nombre de El Pueblo de Nuestra Señora la Reina de los Ángeles de la Porciúncula.

Los lugareños, más prácticos para estas cosas, decidieron acortarle el nombre, primero como Ciudad de Los Ángeles, y más tarde con sus siglas L.A., quizás para disimular su origen hispano y ocultar su antigua pertenencia al Estado de México.


Aquella ciudad prosperó hasta convertirse en la segunda ciudad más poblada de los Estados Unidos, probablemente debido al magnífico enclave en el que está situada, si prescindimos de la falla de San Andrés que atraviesa todo el estado, y que les da ciertos disgustos de vez en cuando.

Pero si hay algo que llena de orgullo a sus habitantes, es que la ciudad se convirtió, desde principios del siglo XX, en la capital mundial del cine. Y si hay un símbolo que representa como ningún otro este liderazgo son esas nueve letras de color blanco, situadas en lo alto del monte Lee, que designan a la meca del celuloide: Hollywood.


El letrero se erigió en 1923 como cartel publicitario de una nueva urbanización en la periferia de la ciudad: ‘Hollywoodland’, literalmente ‘tierra del bosque de acebos’.

La inmobiliaria no tuvo el éxito que preveía con la venta de terrenos, pero sí el cartel, que pasó a convertirse en el símbolo de los estudios cinematográficos asentados en aquella zona.


En una casa situada a los pies del letrero vivía Millicent Lilian Entwistle junto a sus dos hermanos, Robert y Milton, y su tío Harold Entwistle. De origen galés, tras la muerte de su madre, había emigrado junto al resto de su familia a los Estados Unidos.

Le gustaba la interpretación, y a sus 17 años ya triunfaba en el Broadway neoyorquino en la obra Hamlet y con el nombre artístico de Peg Entwistle. Su padre murió en aquella época, atropellado en Park Avenue, y su tío decidió instalarse en California, llevándose a sus dos hermanos consigo. Ella prefirió quedarse sola en Nueva York, para proseguir con su carrera artística.



Tuvo bastante éxito, pero la Gran Depresión vació las salas de los teatros. Así que, en 1932, y tras un frustrado matrimonio con un actor mayor que ella, al que se le olvidó mencionar que tenía un hijo de su anterior relación, decidió dar el salto al mundo del cine, que necesitaba de nuevas actrices para sustituir a las del cine mudo, y tomó las maletas rumbo a casa de su tío Harold en Los Ángeles.

Empezó en Los Ángeles con buen pie, trabajando con un joven y aún desconocido Humphrey Bogart en la obra de teatro ‘The Mad Hopes’, con gran éxito de público y crítica.


Posteriormente, participó en la película ‘Thirteen Women’. Pero ésta no tuvo tan buena acogida. Además, su papel en la misma era pequeño, y aún quedó más reducido tras los cortes en el montaje. De hecho, ni siquiera la invitaron a su estreno.

El tiempo pasaba, y Peg no conseguía ningún trabajo, a pesar de las numerosas audiciones a las que se presentaba, por lo que el hecho de vivir justo a la sombra de aquel enorme letrero, símbolo del éxito y del glamour, le deprimía aún más.


No obstante, ese talento que en su día Bette Davis había descubierto en Peg, hasta tal punto que dijo que había sido su inspiración a la hora de dedicarse a la actuación, fue finalmente reconocido.

Una productora le escribió una carta ofreciéndole el papel de protagonista de una película. En este caso, se trataba del papel de una mujer atormentada que finalmente se suicidaba.


El 18 de septiembre de 1932, cumplidos los 24 años, y desconocedora aún de la propuesta de la compañía, Peg tomó el camino colina arriba hacia el letrero que se había convertido para ella en un símbolo del rechazo, el fracaso y la frustración que sentía.

Subió los 15 metros de altura de la H inicial con la ayuda de una escalera que los electricistas habían dejado apoyada en la enorme letra, se encaramó a lo alto de ella y se precipitó al vacío.


Al día siguiente su tío recibía dos noticias: la de la muerte de su sobrina, y la carta de la filmográfica. Ésta última había llegado  demasiado tarde. Y su ángel de la guarda también.

Desde entonces, varios turistas, guardabosques y excursionistas, especialmente al atardecer, dicen haber visto vagando por las proximidades del rótulo a una dama vestida de blanco, rubia, atractiva y tremendamente triste, levitando a escasos centímetros del suelo, con un aire melancólico y desprendiendo un fuerte olor a gardenias, el perfume preferido de Peg, hasta desvanecerse ante sus ojos.


Se le conoce como ‘la dama de blanco’ o ‘la chica del cartel’, y dicen que el objetivo de sus apariciones no es otro que el de disuadir a otros artistas frustrados, que la han adoptado como santa patrona, de emular su acción.

Aunque hace tiempo que no se la ve. Recientemente se han instalado vallas, cámaras y un equipo de seguridad permanente que impiden el acceso a la explanada del letrero a gamberros e imitadores, por lo que probablemente este moderno ángel de Los Ángeles ha partido ya en busca de sus congéneres, una vez que su alma puede al fin descansar.



Buen fin de semana a todos! Y que los ángeles os protejan!




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