En unos casos son meramente gestuales: apretones de manos, besos, movimientos de cabeza, etc. En otros casos utilizamos el lenguaje verbal, utilizando fórmulas como hola, hasta luego, hasta mañana, hasta pronto, adiós, nos vemos, hasta la vista...
De hecho, las primeras palabras que los niños aprenden suelen ser los saludos: hola y adiós. Y si hay unos vocablos universalmente extendidos son éstos precisamente. Pocas personas conocen varios idiomas, y sin embargo gran parte de la gente identifica claramente términos como: adieu, au revoir, salut, arrivederci, ciao, hallo, goodbye, auf wiedersehen, do svidaniya, sayōnara, namaste, shalom, as-salām 'alaykum, aloha, adéu, agur…
La elección de una fórmula de despedida u otra dependerá de varios factores: el mayor o menor aprecio a las personas que se marchan, la lejanía de su destino, y el tiempo que prevemos que transcurrirá hasta que volvamos a tener contacto con ellos.
Cuando se juntan estos tres factores (es alguien muy allegado, se va muy lejos, y por mucho tiempo) resulta muy doloroso y complicado afrontar el tema de la partida.
Esta semana de nuestra casa se marchó un personaje muy querido por todos. No sabíamos cómo despedirle, ya que llevaba mucho tiempo con nosotros, y además sabíamos que ya nunca más volverá. Es difícil escoger las palabras adecuadas para decirle adiós por última vez. No le volveremos a ver, aunque en realidad, nunca le llegamos a conocer. Quizás en este caso lo más apropiado sea un: ¡Hasta siempre, ratoncito Pérez!
Sabemos que le irá bien, porque además nos tememos que se marchó en compañía de tres reyes amigos suyos, de Peter Pan, y del espíritu de unos cuantos muñecos de peluche, pero aún así le vamos a echar mucho de menos. Y encima ni siquiera tenemos el consuelo de poder contactar con él en las redes sociales...
Espero que la fantasía os acompañe este fin de semana. Hasta la próxima.
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