Fray Luis de León fue un clérigo agustino, humanista y profesor. Ocupó una cátedra de la Universidad de Salamanca, en donde impartió clases a San Juan de la Cruz, entre otros.
Dominaba un montón de lenguas, lo cual le llevó a traducir al castellano el Cantar de los Cantares. Esto no le hizo demasiada gracia a la Santa Inquisición, que prohibía las traducciones de los libros santos a la lengua vulgar.
Por este hecho pasó cinco años en prisión en Valladolid, hasta que finalmente fue absuelto de los cargos.
El día que regresó a su cátedra, fiel a la tradición que mantenía al principio de sus clases, en las que acostumbra a recapitular lo tratado el día anterior, pronunció su famosa frase: 'Decíamos ayer...'
Esta semana me ha venido a la mente esta frase ya que he podido disfrutar del reencuentro con tres viejos amigos. Amigos de aquellos con los que, tras un montón de años sin vernos, es posible retomar la conversación dejada a medias en su día, con un 'Decíamos ayer...', como si no hubiese pasado el tiempo, o como si el paso del mismo hubiese mejorado aún más nuestra relación, como ocurre con los buenos vinos.
Los dos primeros, que estudiaron en las mismas aulas que fueron testigo de aquella frase de Fray Luis, son una estupenda pareja que ha duplicado los motivos por los que volver a visitarles.
¿Y el tercero?
Pues casi tan importante como los otros dos. Y también hacía mucho tiempo que no le veía. Esta vez nos encontramos unas millas náuticas más al sur del lugar donde me vio nacer. En algunos momentos incluso me pareció reconocer algunas de las olas que llegaron a la playa durante estos primeros días de marzo. Ese magnífico Mar Mediterráneo, al que echaba tanto de menos como a los otros dos amigos.
Vaya para los tres un cálido abrazo, y prometo esta vez pasar menos tiempo en volver a visitarles.
Para todos los demás, espero que gocéis de este magnífico fin de semana que se avecina. Disfrutando de vuestros amigos, a poder ser, y si no, a la orilla del mar.
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