Ya va haciendo bastante calor. En algunos sitios, incluso superamos los 30 grados. Grados Celsius, claro está, porque si hablamos de grados Kelvin, llegaríamos a los 491 ºK, y si los expresamos en grados Fahrenheit, a los que son tan aficionados en los países anglosajones, estaríamos hablando de unos 86 ºF.
En todo caso, y afortunadamente, no alcanzamos la temperatura de los 451 grados Fahrenheit, como el título de la novela que Ray Bradbury escribió en 1953. Esa temperatura 451 ºF = 233 ºC, se corresponde con la que se necesita para que el papel de los libros se inflame y arda.
Aquí estamos hablando de un simple relato, pero siempre se ha dicho que la realidad supera ampliamente la ficción. Sólo tenemos que recordar los casos de la quema de libros por parte de la Inquisición, por la Alemania nazi, o por la censura de libros durante el Macarthismo de los años 50 en Estados Unidos.
Aunque no hace falta irse tan lejos: recientemente, en el Reino Unido han prohibido la entrega de libros y revistas a los presos. La lectura se supone que fomenta el acercamiento de la cultura a los reos, y con ello deberían incrementarse las probabilidades de reinserción en la sociedad.
Sin embargo, las autoridades inglesas no ven con buenos ojos que los presos lean, ni siquiera aquellos libros destinados al estudio de carreras por parte de los reclusos. Y les han limitado el acceso a las bibliotecas, concediéndoles permisos para acceder a ellas una vez cada seis semanas. Quizás sea porque hayan oído la frase de Sócrates: ‘El conocimiento os hará libres’, y la han interpretado al pie de la letra.
Para la población no reclusa, aún no han diseñado ningún tipo de medida, que sepamos, pero demos tiempo al tiempo.
Creo que voy a destinar parte de este fin de semana a leer algún buen libro, antes de que ardan. Sea por decreto del gobierno, o por el calor que está haciendo. ¡Buen finde a todos!
Fuente principal: Cárceles inglesas: prohibido leer libros...
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