El siglo pasado se caracterizó principalmente por la gran revolución industrial y tecnológica que experimentó nuestro mundo. Nos proporcionó evidentes y numerosos beneficios, pero también algún efecto negativo, como la contaminación medioambiental.
La centuria actual dicen que pasa por ser el siglo de la información y de las comunicaciones. Hoy en día se produce más literatura (libros, revistas, redes sociales, guasaps, etc.) en un solo día que la que se generaba en todo un año de principios del siglo XX.
¿Cuál es el precio que tenemos que pagar por ello? Falta de privacidad, exceso de información, ausencia de rigor de la misma, ansiedad, etc. Y entre todas las desventajas encontramos también ésta: la contaminación semántica.
De la misma forma que las herramientas se desgastan con el uso, así también ocurre con las palabras. A fuerza de utilizarlas, se van desgastando, se desvirtúan, modifican su significado.
La Semántica es la ciencia que estudia todos esos cambios que provocan la transformación de los significados de las palabras: se producen modificaciones por razones históricas, sociales, culturales, políticas, por modas y costumbres... Realmente los lingüistas tienen un verdadero filón con la avalancha de textos que se producen cada día, y que van conformando nuestros idiomas.
Lo paradójico del caso es que cuanto más se extienden las comunicaciones entre las personas, menos nos ponemos de acuerdo en los símbolos que utilizamos para realizar dicha comunicación, por lo que cada vez resulta más difícil el entendimiento entre unos y otros.
Hoy por hoy, podríamos decir que todos y cada uno de nosotros tenemos nuestra propia idea y significado de muchas palabras, especialmente las de carácter abstracto: libertad, solidaridad, nación, lengua, cultura, soberanía, política, estado, amistad, justicia, deporte, amor, democracia, igualdad, educación, matrimonio.
Difícilmente encontraremos dos personas que coincidan plenamente en la definición y concepción de cualquiera de estos vocablos. Podemos acudir al diccionario, en el que ciertos académicos muy doctos habrán convenido en una definición de compromiso, que les satisfizo parcialmente a todos, en un momento histórico, político y social determinado. Pero las lenguas y las ideas las vamos conformando todos con el uso que les damos. Y a veces muchas definiciones de determinados conceptos han quedado completamente desfasadas.
La lástima es que gran parte de los conflictos que surgen hoy en día se basan en las palabras que utilizamos para definir determinados estados de la realidad, cuando, en realidad, seguro que estamos mucho más de acuerdo en el fondo de lo que las palabras que representan, que con el símbolo que utilizamos para representar dichos conceptos. Quizás sea el momento de inventar algunos neologismos para transformar nuestra sociedad actual. Goethe dijo que se tiende a poner palabras allí donde faltan las ideas. Tal vez hoy en día falten ideas para inventar palabras que nos sirvan de punto de encuentro.
Sin más palabras: Buen fin de semana a todos!
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