viernes, 11 de julio de 2014

Viernes incendiario

En el verano se dan varias circunstancias singulares, íntimamente relacionadas entre sí.


Por una parte, debido al calor y a otra serie de causas, es habitual que se produzcan numerosos incendios. Estos siniestros provocan pérdidas materiales, a veces incluso humanas, y una notable destrucción medioambiental. Para extinguirlos, contamos con un ejército de bomberos, preparado para luchar contra las llamas con numerosos medios, que en muchos casos resultan insuficientes.

Por otra parte, a los sitios de veraneo más selectos (Puerto Banús, Mónaco, islas Baleares, Biarritz, Brighton, Hawaii, etc.) empiezan a acudir los acaudalados, ricos, muy ricos y cresos, como si también necesitasen descansar de su holgada vida.  Derrochando oro por todas partes, se esfuerzan también en dorar su piel, para que esté a tono con el resto de complementos.

¿Qué tienen en común los incendios y los bomberos, con los millonarios y el oro?

Pues mucho, a saber. Todo el mundo conoce la especulación que hoy en día se mueve en torno a las hectáreas calcinadas: venta de madera, recalificaciones, privatizaciones, etc. Parece que desde hace un tiempo se ha formado todo un negocio montado alrededor de los incendios forestales, pero en realidad esto viene de lejos.

Los bomberos fueron creados, como no, en las antiguas polis griegas. Los romanos copiaron dicha institución, que poco pudo hacer cuando a Nerón se le ocurrió incendiar toda Roma en el año 64 d.C.

Un siglo antes de que esto ocurriese, en Roma existía un triunvirato: Julio César, Pompeyo y Marco Licinio Craso. Este último era un ávido senador, que pasará a la historia por haber derrotado a las tropas de Espartaco que amenazaban con asaltar la capital.

Sin embargo, un aspecto poco conocido de él es que se trata muy probablemente de la persona más rica que haya existido nunca sobre la faz de la tierra, aunque en dura competencia con su casi homónimo Creso, rey de Lidia, célebre también por sus riquezas. De ahí que no se pueda determinar exactamente cuál de los dos fue el origen de la palabra 'creso’, vocablo en cierto desuso y que significa ‘hombre que posee grandes riquezas’.

¿De dónde procedía su fortuna?

Craso era, entre otros cargos, el jefe de los bomberos de Roma. Cuando recibía el aviso de un incendio, se personaba en el lugar y le realizaba una oferta al dueño del edificio afectado y a los de los edificios adyacentes para comprarles sus propiedades a precio de saldo. Si no aceptaban la oferta, dejaba que se quemasen las casas. 

Si aceptaban, entonces entraban en acción los bomberos, que apagaban el fuego de inmediato con sus bombas de agua. Craso arreglaba los desperfectos con una cuadrilla de su propiedad compuesta por más de 500 esclavos entre arquitectos y obreros, y revendía o alquilaba las casas obteniendo pingües beneficios.


Cuentan las malas lenguas que además de ser el jefe del servicio de bomberos, también fue el inventor de las brigadas de incendiarios, pues es difícil de imaginar por qué en aquellos tiempos se producían tantos incendios en la ciudad. Quizás fue por esto, entre otros muchos motivos, por lo que, cuando fue capturado por los militares partos de Mesopotamia, en el año 53 a.C., éstos le ajusticiaron obligándole a tomar una copa llena de oro fundido, para que se saciase del metal tan ansiado por Craso.

Espero que por fin este fin de semana pasemos el calor propio de estas fechas, y que pese a ello los bomberos no tengan que salir de sus cuarteles, salvo para rescatar gatitos traviesos que se suben a los árboles y para abrir puertas de gente desmemoriada. ¡Que paséis un buen finde!


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