viernes, 22 de agosto de 2014

Viernes aleteador

Si existen unos iconos representativos del verano, esos pueden muy bien ser unas gafas de bucear, un flotador con forma de pato, o unas aletas.


Hay aletas peligrosas, como las aletas dorsales de los tiburones; aletas divertidas, como las de las focas; aletas prácticas, como las de los submarinistas; aletas aerodinámicas, como las de los aviones; aletas hidrodinámicas, como las de los yates; aletas susceptibles de cirugía, como las de la nariz; o aletas poderosas, como las de las mariposas de Japón, que pueden formar tornados en el Caribe en virtud del ‘efecto mariposa’.




Pero si hablamos de elegancia, no cabe la menor duda, que las aletas más elegantes son las del mítico Cadillac Eldorado.

Esta marca de automóviles se fundó en Detroit tal día como hoy, un 22 de agosto, pero del año 1902. Recibió dicho nombre en honor a Antoine Laumet de la Mothe, señor de Cadillac, explorador francés que pasó en unos años de ser un trampero y comerciante de alcohol a gobernador de la Luisiana y fundador de la ciudad de Detroit (Michigan), sede de la compañía automovilística.

En pocos años se convirtió en una de las compañías de automóviles más punteras de los Estados Unidos, y la robustez de sus coches y la elegancia de sus diseños no pasaron desapercibidas para los más adinerados.

Además, fue la marca que introdujo el motor de arranque eléctrico, en sustitución de aquella manivela que se utilizaba hasta entonces, y cuya manipulación, poco elegante y un tanto impropia, había disuadido a muchas damas de lanzarse a la conducción de los nuevos vehículos.

Aunque el elemento más distintivo de la compañía fue sin duda esas aletas traseras, creadas con un fin meramente decorativo, que surgieron a finales de los 40, y que emulaban a los aviones a reacción y a los cohetes espaciales, que en esa época estaban de rabiosa actualidad.


Entre los poseedores de estas berlinas de lujo, tenemos a los mandatarios Roosevelt, Truman, Eisenhower, Ronald Reagan, Clinton, Barack Obama, Franco, o Juan y Evita Perón, entre otros, que contaron con unos vehículos blindados de color negro, como también lo hiciera Al Capone, por razones obvias.

 

Al otro lado del telón de acero también eran codiciados por sus dirigentes. Ceaucescu, el dictador rumano, recibió uno de ellos como regalo de los EEUU, de color rojo, como no podía ser de otro modo. En él se paseó con Stalin cuando éste visitó el país, pero acabó relegado en el garaje, sustituido por las limusinas Zil, de fabricación rusa. Finalmente terminó en manos de Santiago Carrillo, tras una comprobación práctica de su blindaje, hasta que se averió en tierras asturianas.

  
También dieron el salto a la gran pantalla, como el Ecto-1 de los Cazafantasmas, un Cadillac Miller-Meteor del 1959 completamente tuneado para combatir a los ectoplasmas y realizar viajes interdimensionales, o los utilizados por Clint Eastwood en sus películas ‘El Cadillac Rosa’ y ‘En la línea de fuego’. Y no menos famoso fue el Cadillac del indio Gerónimo, pero eso merece una historia aparte.

 

El que los tuvo de todos los colores fue Elvis Presley. El primero que compró, cuando ganó algo de dinero, fue un Cadillac rosa para su madre Gladys. A partir de ahí, adquirió más de 100 vehículos de esta marca, a veces hasta 14 de un solo golpe, para sus amigos, conocidos, y hasta para algún extraño, como el que le regaló a una admiradora suya que a su paso exclamó ‘¡Qué hermoso automóvil...!’.

    

Espero que paséis un buen fin de semana, y que durante el mismo encontréis algún alma caritativa y generosa como la de Elvis, si es que aún quedan. 

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