A veces damos por supuesto que compartimos con nuestros interlocutores un mismo código lingüístico. Y nada más lejos de la realidad.
En esta curiosa historia, podéis ver las consecuencias de no ser lo suficientemente explícitos en determinadas circunstancias.
Espero que os guste: Confusión por ignorancia
No hay comentarios:
Publicar un comentario